20/2/2008
El respaldo político en Venezuela depende una gran carga afectiva entre el líder mesiánico del momento y el pueblo; después de estos eternos nueve años de revolución chavista, ese amor se ha ido desgastando y las promesas de un mejor mañana se muestran imposibles ante un presente de hambre y anarquía.
Pero a dónde va el amor cuando la supuesta oposición ofrece prácticamente lo mismo que ofrece el gobierno. Sin necesidad de un análisis profundo al revisar la agenda político electoral se ve que las propuestas para el futuro del país siguen signadas por una profunda carga socialista, el mismo socialismo, pero abanderado por la izquierda vegetariana, en fin ninguna propuesta real que saque definitivamente al país de este lodazal involucionario.
Las reacciones de la población ante esta situación son variadas pero la principal se ve en la apatía, si bien el país no soporta ni puede soportar el avance destructivo y totalitario que lleva el régimen, tampoco acepta como positiva las propuestas ofrecidas por el resto del establishment político que mediáticamente se exhibe como representación dirigente de la oposición.
El país esta ávido de un mensaje con una fuerte carga de libertad, desarrollo, progreso, unión y orden, un llamado a dar un paso a delante sin que esto signifique un salto al vacío y tampoco la repetición de lo vivido, una agenda dirigida a fortalecer la identidad nacional bajo los principios de la civilización Occidental y Cristiana, donde el Derecho Natural de los hombres sea la columna principal que brinde el soporte necesario a un marco jurídico de respeto y legalidad.
Si ese mensaje no ve la luz el riesgo para el país es realmente incalculable, el deterioro en el que se ha sumido a la nación ha generado profundas heridas que sirven de caldo de cultivo para una serie de discursos que alientan el divisionismo entre otras desgracias, discurso este que tiene como principal ponente a el mismo Chávez que ante el hecho de haber perdido esa conexión afectiva que se mencionó al principio busca encender la llama de lo indecible.
La necesidad del colectivo de encontrar respuesta la mayoría de las veces atiende a un sentir y pocas veces a la razón, he ahí lo vital que significa que el mensaje hacia el camino correcto sea dado a conocer. En lo particular se que ese mensaje y la agenda de desarrollo para una Venezuela post-revolucionaria existe y se consolida día a día, pero lamentablemente reinan los factores que impiden que el mismo se convierta en referente político para la sociedad en general.
La apatía se convierte en esperanza, esperanza en una transición seria, que le muestre al país las caras de una dirigencia con propuestas para el desarrollo y el progreso de la nación, lejos de doctrinas retrogradas y del discurso banal, gente de probidad comprobada y con real amor por Venezuela.
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