12/2/2008

 
En política, Latinoamérica siempre ha sido un chiste malo, pero en la Venezuela actual el chiste no es sólo malo, es cruel. Para encontrar referentes sobre el tragicómico devenir del subcontinente, no hay que hacer mucho esfuerzo, el asunto va desde las Evitas a Bucarán pasado por Ortega y coronado con Chávez.


 

 

 










Pero la urgencia de lo que se vive en Venezuela nos obliga a abandonar el análisis histórico y poner la lupa sobre la actualidad, sólo voy a permitirme hacer un pequeño salto al pasado en nuestra historia contemporánea y recordar que en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez vio luz la redundancia hecha una sola palabra, nace el "Autosuicidio", lamentablemente ya no recuerdo el contexto en el que el presidente Pérez usó semejante aberración semántica, pero sin lugar a dudas si existe alguna situación a la cual se le puede aplicar esta supuesta palabra, es a lo que esta haciendo Hugo I en estos días.
Para nadie en el país es sorpresa la triste realidad de lo que fue PDVSA, como tampoco se ha de sentir asombro por los niveles de criminalidad ni por la ausencia de seguridad alimentaría. Desde el inicio de su gobierno Chávez ha articulado políticas para hacer realidad este desastre, esto aunado a su  desmedido y descarado apoyo a las narco-terroristas FARC y ELN, y de la mano a su "diplomático" y lastimosamente enriquecido verbo de matón de esquina, viene llevando al país a una eventual confrontación con la vecina Colombia, al sumar ambas situaciones se ha generado un clima de descontento social que afecta a todos los sectores de la sociedad.
La Eutanasia es como se ha calificado al suicidio asistido por razones medicas, pero en la política eso no existe, el suicidio político no es lo que busca Hugo; El quiere, el necesita que lo derroquen, de una forma indolora, aséptica, y sin desaparición física, para así poder demostrar la supuesta conspiración imperial y quedar vivo, con fuerzas y mucho dinero para convertirse en el próximo Latinamerican Idol de todos los revolucionarios del mundo.

Ya es tal el nivel de deterioro y destrucción al que ha sumido a la nación, que le resulta técnicamente imposible gobernar, por lo tanto busca desesperadamente en unas desarticuladas Fuerzas Armadas el desconocimiento a su constitucional jerarquía que traiga como consecuencia su salida en términos pacíficos pero contundentes, en mi opinión particular no encuentro otra razón para tanto desafuero y supuesto descontrol.
Nuevamente el escenario del teatro para la puesta en escena de este nuevo sainete se ha puesto en pie, y me pregunto si en esta ocasión le traerá algún beneficio a la audiencia que reclamará la devolución de su dinero ante esta bufonada o será seducida por una nueva compañía teatral que la lleve de nuevo al país de nunca jamás.

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