25/3/2008
Los pueblos de Latinoamérica gracias a su absurda dirigencia, durante años han sido empujados al abandono personal y vienen acostumbrándose a estar cada día peor. Este fenómeno no es casual y fue cuidadosamente estudiado a fin de poder consolidar un proyecto político continental de corte totalitario y autocrático. Los fines de este proceso son tan perversos que harían a nuestros próceres salir de sus tumbas y desenvainar de nuevo sus espadas.
Para entender esta realidad sólo basta ver la calidad, capacidad, afinidades ideológicas y discurso político del actual mapa presidencial de las naciones latinoamericanas.
Salvando muy contadas excepciones, lo que tenemos es un festival de izquierda vegetariana e izquierda carnívora que a buen ver es lo mismo, unos tratando de sostener las debilidades de otros y los otros tratando de subsanar las barbaridades y atrocidades de aquellos, el espectáculo en cuestión no deja de ser ridículo y hasta gracioso, pero lamentablemente ese teatro destruye países y mata la fe de la gente en el mañana, convirtiendo así al Continente de la Esperanza en una nueva sucursal del infierno revolucionario.
Esta criminal asociación de movimientos políticos ha desarrollado fuertes raíces en el colectivo de nuestras sociedades, y a su vez éstas vienen generando un peligroso y delicado genoma que estimula el divisionismo y la pérdida de identidad nacional, la célula matriz de esta aberración es una ideología que erige como bandera la lucha de clases y la negación del derecho natural.
Los ejemplos históricos de los que sucede hoy en Latinoamérica sobran y los resultados de esas situaciones son harto conocidos por la reserva moral existente en estas naciones. Pero la pregunta entonces es ¿por qué no se acciona para evitar el desastre?, ¿por qué se estimula la locura y no se llama a la cordura?
Gran parte de la responsabilidad de lo que sucede en Latinoamérica la llevamos hoy los venezolanos, que hemos tolerado que se usen nuestras riquezas para financiar los cientos de Vietnam que planificó el Che, esto en detrimento del pueblo, de un pueblo noble y necesitado de una dirigencia que respete lo valores de la civilización occidental y cristiana y asuma el reto que significa la palabra Patria.
Sólo pensar que el futuro inmediato de la región pende del hecho de permitir que la revolución siga medrando en Miraflores, me hace despertar sentimientos encontrados y a su vez claramente direccionados, esto que sucede conmigo no dudo que sucede en esa reserva moral antes mencionada y seguro estoy que vibra en el corazón de lo que fue el Ejercito Libertador. Ya el tiempo para el análisis, la queja y el llanto pasó, ya es tiempo de recuperar el orgullo de ser venezolano.
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