30/4/2008
La semana anterior titulé mi artículo para el Diario de América como "La total ausencia de institucionalidad", en el mismo expresé que Venezuela sufría de una endémica e histórica debilidad institucional, la cual se veía sostenida gracias a grandes hombres y mujeres que en base de su capacidad personal impedían que la anarquía se hiciese ley, pero el proceso revolucionario y la "moral socialista" ha revertido a tal nivel los principios básicos que ha logrando convertir al Sentido Común en enemigo de la patria.
Hoy la Fuerza Armada, regentada por una especie de logia donde se sincretizan la santería y el pseudoevangelismo con el servilismo y la corrupción, corona su espiral de degradación, cuando del hocico del ministro de la defensa se profieren una serie de asquerosas y avergonzantes frases, que encajan a la perfección en el marco ideológico del gobierno, donde el sepultar los valores y desterrar la identidad nacional son puntas de lanza en el camino a la perpetuidad del régimen.
Dos visones de una realidad
El ministro dijo, "Los institucionalistas tienen que irse porque son cobardes; no creo en aquellos que hablan de institución para esquivar responsabilidades". Ésta es sin duda la más peligrosa de sus frases, y quizás la única con fondo, si tomamos en cuenta que entre rebuzno y rebuzno no arrojó nada nuevo sobre lo que sucede o sucederá a la institución militar de seguir ese camino.
Lamentablemente esas palabras no me suenan ajenas y me recuerdan un viejo articulo que escribí y titulé Soy Intolerante, y aunque es de muy mal gusto el auto citarse me parece importante traerlo aquí, "mi intolerancia aumenta con esa parte del mundo militar que bajo la ridícula posición de institucionalidad insultan su juramento y coletean el piso con nuestra bandera para que se pasee el prehistórico dictador cubano, permitiendo así la mas obscena y aberrante invasión que haya vivido un país en tiempos modernos".
La realidad está a la vista de todos, la institución militar está herida de muerte y con ella la nación, y en ambas frases se encuentra reflejada esa verdad.
La diferencia estriba en que el ministro invita a entregar la Fuerza Armada a los brazos de la revolución, el ministro hace énfasis en que la responsabilidad de un militar hoy no es otra que sostener a Chávez en el poder, el ministro ordena que las armas de la nación sean cómplices de la traición.
La otra frase es un llamado a honrar un juramento, es el grito desesperado de un venezolano, que al ver cómo su tierra es ultrajada busca en quien juró defenderla hacer valer su palabra y convertirla en gloria.
No hay mayor Institución que la Patria.
No hay mayor Institución que la Patria.
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