22/4/2008

Hoy la Fuerza Armada ocupa lugares que no existían en aquella escala, lugares donde la traición a su juramento y el desamor a la institucionalidad han enterrado el otrora Ejercito Libertador y lo transforman en una vulgar milicia revolucionaria al servicio de la destrucción de la Patria. 


 

 












La semana pasada escribí para el Diario de América un artículo titulado "Cuando la injusticia es vencida por el Honor", en el cual intenté describir parte de las atrocidades que se han vivido en el juicio que se lleva contra el General Felipe Rodríguez.
De inmediato comencé a recibir una serie de correos donde se expresaba respaldo y admiración por la posición asumida por el General, los mismos vinieron de todas las expresiones sociales posibles, desde amas de casa a estudiantes pasando por abogados a psiquiatras y de manera especial cabe destacar varios de la órbita militar.
Entre ellos encontré una preocupación que se convierte en denominador común cuando se señala lo servil y decadente del sistema judicial venezolano, y es la total ausencia de institucionalidad. Si bien nuestro desarrollo como república nunca ha contado con una fuerte estructura institucional, la misma se ha visto remendada gracias a la presencia de valiosos hombres y mujeres que han cargado sobre sus hombros semejante responsabilidad.
Durante el tiempo de la democracia esto no cambió mucho pero sí se vieron luces importantes que buscaban cambiar esa realidad. Al inicio de esos años el revanchista mundo político partidista se vio obligado a sentarse y discutir un acuerdo de preservación de la democracia, acuerdo que incluso llegó a ser modelo a seguir por diversas naciones que mas adelante se enfrentarían a difíciles transiciones, esto contribuyó a la construcción de una endeble pero incipiente institucionalidad que brindó positivos frutos, especialmente en el área militar.
La ausencia de institucionalidad es muy distinta a la endeble institucionalidad que vivimos en esos años, el proceso de destrucción que a paso de vencedores ha ejecutado la revolución sustituyendo los valores y principios por favores y prebendas, ha buscado minar la moral y sustituirla por el absurdo relativismo, dejando resultados como éstos.
Hace apenas quince años cuando se realizaban diversos estudios de opinión sobre el pensar y respaldo de los venezolanos, resaltaban los primerísimo lugares obtenidos por la Fuerzas Armadas, posiciones éstas sólo ocupadas históricamente por la Iglesia Católica, pero hoy el proceso revolucionario busca acabar con esa vital institucionalidad  al desterrar de sus filas y criminalizar  a valiosos hombres como el General Felipe Rodríguez y tantos otros que se encuentran en el exilio bajo una constante persecución judicial.
Hoy la Fuerza Armada ocupa lugares que no existían en aquella escala, lugares donde la traición a su juramento y el desamor a la institucionalidad han enterrado el otrora Ejercito Libertador y lo transforman en una vulgar milicia revolucionaria al servicio de la destrucción de la Patria.

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