6/2/2008

 
Colombia vence la indiferencia. De manera extraordinaria demuestra su voluntad de poner fin, dentro de sus fronteras, a la estupidez revolucionaria que avanza a pasos de vencedores por América Latina. Colombia aprende la lección, y se restea con un proyecto de gobierno que lo aleja de la pasividad y el adormecimiento de la izquierda liberal colombiana, a la vez que cerca en un coto muy definido a los violentos, en armas y los que están en el parlamento.

 

 











Colombia sepulta a las dos izquierdas,   a las izquierdas que en Venezuela hacen tanto daño y las podemos definir como Chávez y Petkoff, que son el mismo musiú con diferente cachimbo.

Para que se pudiera dar el milagro social de identificación colectiva del mismo mal, el pueblo vecino ha tenido que derramar la sangre de sus hijos en una guerra fraticida que lleva más de cuarenta años, guerra ideológica impulsada por el marxismo, leninismo, maoísmo, castrismo, en fin, un resumen del fracaso constante que es la aberración socialista- comunista, que sólo busca   estupidizar para poder esclavizar.
Cuánto más tendremos que pagar antes de aprender con el ejemplo, cuándo el pueblo venezolano dará señales de madurez real y entenderá hacia cuál fatal destino se nos está empujando.
Colombia mira al frente, busca la paz a costa de la falsa pacificación, se integra al mercado internacional con la frente en alto y da pasos agigantados en un mundo globalizado del cual estamos excluidos por voluntad propia, sí por voluntad propia, dado que no es posible que ante tanta barbarie revolucionaria en nuestro suelo no tomemos las medidas necesarias para recuperar el orgullo de ser venezolano.

 

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