29/1/2008


"Venezuela tiene un gabinete ministerial que es una columna guerrillera", esta es una de las tantas enfermizas y reveladoras frases del regente de lo que fue Venezuela.



 

 










En su delirio ideológico Hugo I ha estimulado de manera simultánea, soterrada y frontal el renacer de la utopía revolucionaria en toda Latinoamérica. Al realizar un somero estudio de la patología implícita en esta situación encontraremos una serie de preocupantes referentes tanto en el discurso como en las acciones, que van desde el hecho de la confesión de ser un "subversivo en Miraflores", a la solicitud de brindarle beligerancia y reconocimiento político a agrupaciones terroristas como las  F.A.R.C. y el E.L.N.
En la campaña para convertirse en el Presidente de la Subversión Hugo I  ha mancillado y deformado el ideal bolivariano equiparándola a la delincuencial y perversa ruta trazada por el Che, ha reivindicado a Sendero Luminoso, la que fue la mas sangrienta agrupación guerrillera en Latinoamérica, ha premiado y honrado a los comandantes de los hoy extintos movimientos que buscaron sumir a Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina en el manto oscuro del comunismo, esto sin dejar de lado los aportes no reconocidos de ingentes sumas de dinero dedicadas a agrupaciones como los piqueteros, los sin tierra, el pachacutic y otros movimientos de este tipo desde el sur de Río Grande a la Patagonia.
Punto aparte merece el escandaloso contubernio con las FARC y el ELN, que no tiene nada de reciente y sí mucho de trasfondo, para nadie es secreto la satisfacción expresada por los secretariados de estas agrupaciones terroristas al obtener Chávez el triunfo electoral en un ya lejano 1998, estas relaciones se vieron fortalecidas gracias al habilidoso titiritero de La Habana que bajo su égida selló con rojo lacre esta aberrante unión.
Desde distintos sectores de Venezuela y Colombia se realizaron los más diversos llamados de atención a la comunidad internacional sobre esta situación y las peligrosas consecuencias que ella traía, los mismos fueron desoídos y hoy es tarde para empezar a recordarle a Hugo cuál es la diferencia entre el legítimo gobierno del Presidente Uribe  y el reinado del terror y el narcotráfico que representa Marulanda.
La inoculación de este virus ha recurrido al lamentablemente siempre efectivo discurso anti-yankee, que encuentra huésped propicio en un importante sector de la influenciable población de nuestros países, discurso este enriquecido por  la izquierda vegetariana y convertido en guillotina por la izquierda carnívora. Ver nuevamente a Daniel Ortega como presidente de Nicaragua es una evidente muestra de lo efectivo de este discurso.
La peligrosa conjunción de gobiernos de este tipo y movimientos irregulares como los anteriormente descritos, todos bajo la coordinación de un hombre, presagia un oscuro mañana para Latinoamérica. Hoy gracias a la chequera petrolera Hugo I ha logrado lo que le ordenó Fidel, ahora sólo le falta encender los cientos de Vietnam con los que soñó el Ché.

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