8/7/2008
Es inevitable hacer comparaciones y establecer equivalencias entre la Fuerzas Armadas de Colombia, revestidas con el honor del deber cumplido, y las de Venezuela, avalando que se mancille su honor.
No hace falta mirar lejos en la historia buscado las consabidas glorias del Ejército Libertador para sentir orgullo por lo que fue nuestro estamento militar. Las Fuerzas Armadas de Venezuela marcaron un hito histórico cuando a finales de los años 60' e inicio de los 70' fueron el único ente castrense latinoamericano que detuvo y rindió militarmente a los movimientos guerrilleros que pretendían imponer el paraíso socialista en esos tiempos. La gran mayoría de nuestras naciones hermanas padecieron por décadas este flagelo, al punto que las glorias que vive hoy Colombia con la debacle de las FARC están signadas por casi medio siglo de una vergonzosa guerra civil.
En 1962 el Partido Comunista de Venezuela consideró que la lucha armada era el camino a seguir para hacerse con el poder e implantar los preceptos de su absurda y aberrante ideología, en este esfuerzo se les unió el MIR y otras organizaciones de la izquierda carnívora, que bajo el slogan "Por la liberación Nacional y el Socialismo" sembraron el terror en el país y regaron con sangre la naciente democracia.
Hacer un recuento histórico de lo que se vivió en las calles en esos tiempos es laborioso ya que es una etapa de nuestra historia sobre la cual se ha escrito poco y se ha publicitado menos, pero creo que basta con recodar las pintas callejeras que decían "mata a un policía y reclama tu perinola", que dejó como doloroso resultado el asesinato de un venezolano de uniforme al día, a esto hay que sumarle lo que sucedía en las cobardes emboscadas a las que eran constantemente sometidas las patrullas de tropas venezolanas, donde guerrilleros de las F.A.L.N. asesorados y entrenados por milicianos cubanos siguiendo las ordenes de Fidel Castro practicaban tiro al blanco con nuestros jóvenes soldados, esto trajo como consecuencia la militarización de la justicia que respondió con desbastadora y justificada furia, amparándose en la necesidad de "asegurar la defensa nacional, la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y a las leyes, cuyo acatamiento estará siempre por encima de cualquier otra obligación", como rezaba el texto constitucional de 1961.
La estabilización de la democracia dio pie a un proceso de pacificación que para muchas personas fue innecesario, dado que el enemigo ya había perdido toda capacidad de acción bélica, este proceso trajo consigo la legalización del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el nacimiento del Movimiento al Socialismo (MAS), que junto a otras organizaciones de la izquierda vegetariana, fueron permeando en todos los ámbitos de gobierno incluyendo el mundo militar, debilitando así la poca institucionalidad existente en el país, y haciendo uso de las armas de la democracia sembraron las bases de la revolución socialista que estamos padeciendo.
Hoy, cuando vemos el orgullo que siente el pueblo colombiano por su Fuerza Armada, vemos como nunca antes a nuestra institución militar desprestigiada y aborrecida por sus compatriotas. Las repulsivas paradas político-militares que ensuciaron nuestro calendario patrio, dieron muestra del desmantelamiento del apresto operacional y desnudan un alto mando de bajo nivel de profesionalización con un alto nivel de servilismo, que sirve de garante en el proceso de transformación del Ejercito Libertador en una pobre milicia revolucionaria.
Se hace imperativo recordarle nuevamente a nuestra Fuerza Armada, que el respeto a la Constitución y las leyes estará siempre por encima de cualquier otra obligación y en ningún caso ha de prestarse al servicio de persona o parcialidad política alguna, que el Juramento hecho ante Dios y la Bandera ha de alumbrar su actuar en nombre de la Patria.
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