15/7/2008

En ciertos niveles de la sociedad venezolana existe un irracional temor estimulado desde el régimen, una suerte de pánico de dar un paso adelante y enfrentar un supuesto salto al vacío.


 

 












Ese miedo ha encontrado eco en muchos generadores de opinión, quienes gritan a los cuatro vientos que el único proyecto existente es el socialista, que el único contenedor social es Chávez y que la única vía de avance pende de una Constitución que fue votada por menos del 28% de la población electoral existente para ese momento.


Ese mismo miedo ha mutado y se ha convertido en pieza del discurso de la "oposición", en estos sectores todos los planes y propuestas destinados a los gobiernos regionales vienen enmarcados dentro del formato que emana de La Habana, donde el colectivismo dedocrático se impone ante el sentido común y la lógica natural.


Es realmente vergonzoso y doloroso tener que presenciar cómo esa "oposición" vuelve a alucinar en un carnaval electoral, donde la búsqueda por la "unidad" es tan falsa que repugna, unidad donde nadie cree en nadie, unidad sin unión, unidad sin integración.


Ciertamente por fin hay un gran deslinde y una total ausencia de sincronía entre los que insisten en caminar de la mano del régimen rumbo a la ruina total y la Venezuela posible, la que quiere dar un paso adelante, la está en la calle diciendo ni tú ni ellos. 


Es una inmensa  parte del país que está asqueada de los cantos de sirenas y de los ídolos de barro, gente que no tolera mas manipulación barata y comienza  levantar nuevamente los principios y valores occidentales y cristianos, para poner fin a esta pesadilla neo-comunista-fundamentalista.


La semana anterior tuve la oportunidad de asistir a la graduación de los estudiantes de post grado de la Universidad Metropolitana, un sobrio y emotivo acto que se realizó en la plaza del rectorado, teniendo como telón de fondo a un hermoso y frondoso nieto del Samán de Güere que me hizo recordar al glorioso ejército libertador, al que en su momento brindó cobijo, y también recordé a los que lo secaron con un infausto juramento.


Traigo a colación este evento, dado que en el mismo tuvimos la fortuna de escuchar el excelente mensaje ofrecido por el orador de orden de esa noche, fue un mensaje cargado de lo que ha de ser el deber del venezolano, para evitar repetir los errores que nos trajeron al país que hoy padecemos. Un discurso analítico y motivante que seguro estoy calo en los presentes esa noche y los mismos se convierten  en motores de difusión de los conceptos allí emitidos.


No hay salto al vacío, Venezuela cuenta con su gente, gente cargada de proyectos, cuenta con universidades repletas de planes de desarrollo, cuenta con su suelo y su subsuelo, con su naturaleza y su excepcional clima, en nuestro país esta todo por hacer y ante la pregunta sobre qué hay después de Chávez, la respuesta es sencilla: VENEZUELA.

 

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