13/5/2008
No es necesario ser conocedor de leyes para entender el significado de esta frase, la cual traigo a colación dado que el día 15 de este mes INTERPOL sólo certificará una verdad conocida por todos y ratificada hasta por el mismo indiciado.
Cuando hablamos de la confesión del indiciado, nos referimos a la solicitud del estatus de beligerancia para el cártel marxista efectuada en sesión plenaria de la Asamblea Nacional, donde la triste comparsa de ilegítimos diputados acató y aplaudió de pie tan aberrante orden, estando todos concientes del historial criminal y delictivo de semejante agrupación.
Es tal el nivel de agavillamiento en el concierto para delinquir entre el régimen y la agrupación narco-terrorista, que cualquier especulación se queda corta ante la repulsiva y aterradora realidad, que como repito no era secreta y de la cual nos han hecho cómplices como país al refugiarnos cobardemente en la parafernalia electorera, induciéndonos así a mirar hacia otro lado, mientras permitíamos que se consolidase una poderosísima organización ideológica-criminal bajo el manto de la "legitimidad democrática".
La cantidad de información que contienen las entrañas de los computadores del numero dos de las FARC, sólo viene ha ratificar lo que ha sido el grito sordo que no ha cesado en lanzar la reserva moral de la nación, grito que fue constantemente acallado por los cantos de sirenas preñados de mentiritas blancas. La identificación ideológica y la complicidad en sus acciones, delatan unidad de fines y ausencia de principios.
En la cárcel militar de Ramo Verde aún se encuentra ilegalmente detenido el Teniente Coronel Humberto Quintero Aguilar, quien fuese pieza fundamental en la captura en nuestro territorio del canciller de la agrupación genocida ya mencionada, su delito, por el cual sufrió salvajes torturas, fue hacer Patria.
Junto a esto, y como una muestra más del abyecto proceder de quien usurpa la más alta magistratura de la nación, destaca que en septiembre del 2004 ocultó y tergiversó una dolorosa verdad y a sabiendas de que sus hermanos en armas fueron los que masacraron a una ingeniero de PDVSA y a cinco soldados del otrora ejercito libertador, inculpó a otros para tapar ante la opinión pública su inmundicia. Esto es apenas la punta de un gigantesco iceberg conformado por un sin fin de atrocidades que lo convierten en reo de crímenes de Lesa Patria.
Pero ahora que no hay niebla alguna que nuble la verdad, que no queda manera de sostener la mentira, ¿Cómo actuaremos los venezolanos?, le daremos al gobierno la oportunidad de aislarnos del mundo libre y convertirnos en una nación forajida, y por lo tanto pasar a vivir un bloqueo similar al que mantiene a Cuba atada al siglo XIX, o permitiremos que el héroe del museo militar nos conduzca a una guerra suicida con Colombia. Estas opciones son inaceptables, pero serán las únicas que tendrá el país, si el pueblo con y sin uniforme no acata lo que le ordena la constitución y el derecho natural.
Me niego a aceptar que la tierra que parió hombres cuyos nombres son en el mundo sinónimos de libertad, reniegue de ella misma y no luche por recuperar el orgullo de ser venezolano.
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