Enviado por email el 23/08/2005

La siembra de odio puesta en marcha por la revolución, que viene arando nuestra tierra con su resentido discurso socialista de siempre promulgando la lucha de clases eterna, ha dejado como fruto en el tejido social del país heridas tan profundas que pretenden negar la posibilidad de la armonía social. Esto ha generado fracturas de tales proporciones que, aunado al posible enfrentamiento entre hermanos, no sólo no se podrán soldar sino que seguramente se acrecentarán. También sumemos lo traumático y doloroso que es enfrentarnos a la realidad que nos obliga a todos a abrir los ojos frente la traición de muchos, que ciegos de ambición, llenos de apatía o sumidos en la mas absoluta ignorancia política, han colaborado con el despotismo del régimen que va acorralando al pueblo, llevándolo a límites que ni la más fuerte cápsula de presión soportaría; pronto las pequeñas válvulas de alivio no darán suficiente salida al calor que se insufla en la mente y el alma de todos.

El entender esta situación y sus consecuencias es de primera necesidad para enfrentar la reconstrucción del país, y el reencuentro de todos los venezolanos en la tierra que nos vio nacer o elegimos amar.

Para esto es vital el demostrar y hacer visibles los males causados en la psique y en el día a día de la población en general; los llamados a la violencia constante, la violación de las leyes, el irrespeto a las instituciones, la desvalorización de la familia como núcleo de la sociedad, el adoctrinamiento salvaje, la avergonzante actitud frente a la iglesia, el soporte político-económico a los enemigos de la democracia en la región, pasando por el despilfarro sin medida del patrimonio de la nación, la institucionalización de la mendicidad, la chabacanería y la ordinariez, el desprestigio internacional, y la deformación de nuestra historia con el continuo mancillar de nuestro pasado, son sólo una pequeña muestra del daño ocasionado a la patria por los actores materiales e intelectuales de la peste revolucionaria que avanza por nuestro continente.

Lo esencial del diagnóstico es que nos da la idea del tratamiento quirúrgico y de emergencia vital, y la urgencia de que la herida mayor detenga su hemorragia y así podamos atenderla con el uso de todo el instrumental necesario, junto con la aprobación y el entendimiento de una sociedad unida en el rescate del orgullo de ser venezolano .

23 de Agosto del 2005

Noel Alejandro Leal

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